24 DE ABRIL DEL 2013
El pensamiento de hoy:
"Los que niegan la libertad a los demás no se la merecen ellos mismos"
Abraham Lincoln (1809-1865) 16avo presidente de los EUA.
La reflexión de hoy:
En los ideales “revolucionarios” de la igualdad, la libertad
y la fraternidad se presentan las tres grandes paradojas que estructuraron la
ideología de la modernidad y que llevaron a su posterior crisis. La igualdad es
una utopía paradójica que para unir segmenta, para ser iguales se tienen que
tener un contrario ¿Igualdad respecto a qué? Eso lleva a la unidad de la
diferencia de la sociedad, donde entre más se diferencian los individuos de los
Otros se vuelven más iguales, no es una igualdad de acceso a los bienes (como se
podría creer) sino de posibilidades, una posibilidad de acceder a ellos. La
libertad es el mayor mito idealizado por la modernidad y el que le dio el tiro
de gracia, porque sé es libre dejando de serlo ¡vaya paradoja! Pues siempre
habrá una figura de autoridad que controlará las acciones del individuo, que
pueden ser reglamentos, estigmas, formas de vida, creencias, algún dios o el
inconsciente (y qué decir del superyo y el gran Otro) por decir algunos
ejemplos, que si se continuaran enumerando la lista de factores involucrados se
haría larga; es además es una de las principales fantasías, porque parte de un
autoengaño la supuesta libertad del individuo cuando oculta o niega que se
encuentra supeditado y delimitado por las libertades del Otro, ese Otro que
amenaza su libertad en cada acción y por consecuencia se debe de proteger ante
tal amenaza ya sea de forma manifiesta o latente. Qué decir de la fraternidad en
un Estado moderno que se sustentaba en el imaginario maniqueo del enemigo
latente, donde predominaba la diferenciación entre bueno/malo,
capitalista/comunista, liberales/conservadores; que operaban como
contradicciones legitimadoras hegemónicas aglutinantes de la sociedad;
presentando la paradoja: ¡Seamos todos fraternos de manera egoísta con nuestros
enemigos! Enemigos que lo son, según se presente la coyuntura, lo cual recuerda
las funciones del Miniver en la novela 1984 de Orwell.
Del discurso de la tolerancia producto de la mutación de los ideales del Estado moderno sustentados en la racionalidad emerge lo que Zizek (2007: 11) llama forma hegemónica del multiculturalismo, la cual “...se basa en la tesis de que vivimos en un universo post-ideológico, en el que habríamos superado esos viejos conflictos entre izquierda y derecha, que tantos problemas causaron, y en el que las batallas más importantes serían aquellas que se libran por conseguir el reconocimiento de los diversos estilos de vida.” Pero el aceptar los estilos de vidas no implica que haya una vuelta al sujeto masa, sino por el contrario el individuo refuerza su identidad mientras más se diferencia del Otro, hecho que a su vez lo libera de él. Donde uno de los pocos vínculos con el otro es el lenguaje del respeto (el otro es el miedo), dado por “la tolerancia liberal, y el respeto sólo tiene sentido como respeto hacia aquellos con los que no estoy de acuerdo” (Zizek, 2009: 156) El Otro se vuelve aun más difuso frente al individuo siendo tan sólo parte de un discurso paradójico que parte de una exclusión para incluirlo. De esta forma las similitudes autoreferenciadas por el individuo de los Otros se vuelven su amenaza y la forma de contrarrestarlas es tolerándolas.
Del discurso de la tolerancia producto de la mutación de los ideales del Estado moderno sustentados en la racionalidad emerge lo que Zizek (2007: 11) llama forma hegemónica del multiculturalismo, la cual “...se basa en la tesis de que vivimos en un universo post-ideológico, en el que habríamos superado esos viejos conflictos entre izquierda y derecha, que tantos problemas causaron, y en el que las batallas más importantes serían aquellas que se libran por conseguir el reconocimiento de los diversos estilos de vida.” Pero el aceptar los estilos de vidas no implica que haya una vuelta al sujeto masa, sino por el contrario el individuo refuerza su identidad mientras más se diferencia del Otro, hecho que a su vez lo libera de él. Donde uno de los pocos vínculos con el otro es el lenguaje del respeto (el otro es el miedo), dado por “la tolerancia liberal, y el respeto sólo tiene sentido como respeto hacia aquellos con los que no estoy de acuerdo” (Zizek, 2009: 156) El Otro se vuelve aun más difuso frente al individuo siendo tan sólo parte de un discurso paradójico que parte de una exclusión para incluirlo. De esta forma las similitudes autoreferenciadas por el individuo de los Otros se vuelven su amenaza y la forma de contrarrestarlas es tolerándolas.
TOMADO DE: El Otro como amenaza. Reflexiones sobre el individuo en la posmodernidad
WEB: http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1338
J. Milton J. Aragón Palacios
Colegio de Sociología
FFyL, UANL
No hay comentarios:
Publicar un comentario