Frases Célebres de Tony Blair...
"El arte del liderazgo es decir no, no sí. Es muy fácil decir sí"
"Tomé decisiones impopulares, los que navegan con el viento no gobiernan, sólo intentan mantenerse en el sillón"
"Si alguien puede derrocar a un dictador, debe hacerlo. Mi idea en política exterior es: si puedes, debes"
El secreto del buen gobernante
El rey siempre pensó que iba a vivir más tiempo, pero el
destino no le tenía reservada una larga vida. Había sido un buen gobernante, el
pueblo le quería y las noticias de su grave enfermedad habían llenado el reino
de tristeza. El rey sólo tenía una preocupación, se torturaba pensando cómo
trasmitir a su hijo el secreto del buen gobernante.
Llamó a su hijo y le dijo: “Me queda poco de vida y pronto
serás rey. Vete a ver a mi más fiel consejero para que te trasmita el secreto de
buen gobernante.”
El joven, angustiado por el estado de salud de su padre y
la responsabilidad que iba a adquirir, fue rápidamente a ver a Mahel, conocido
en el reino por su sabiduría. “
Mahel, vengo por orden de mi padre para que me transmitas
el secreto del buen gobernante.”
“Futuro rey, dijo Mahel, ve al bosque y escucha
atentamente; cuando vuelvas me dices qué has escuchado.”
El joven, que esperaba escuchar un gran secreto, partió,
con cierta frustración, hacia el bosque. Mientras caminaba, intentaba entender
el motivo de aquel encargo que le alejaba de su padre enfermo. “¡Qué tarea más
simple!, ¿para qué tendrá que hacerla un futuro rey?”, se decía mientras
caminaba. En cualquier caso, obedeció a Mahel y durante unas horas apuntó en un
pergamino todos los sonidos que pudo escuchar.
Al llegar, el joven hijo del rey fue a ver a Mahel y le
relató la detallada lista de lo que había oído: “…he oído el rumor del bosque
con el viento, el crujido de las ramas secas al ser pisadas por los animales, el
vuelo de búho, el sonido de las piedras cantarinas del arroyo...”. Henchido de
satisfacción por haber realizado con perfección la tarea, levantó la vista del
pergamino para buscar la mirada del sabio Mahel.
“Eso lo escucha cualquier persona -dijo el maestro con voz
suave- ve al bosque y quédate allí en silencio, el tiempo que haga falta, hasta
que consigas escuchar algo distinto.”
El joven se fue cabizbajo al comprobar que no había hecho
bien la tarea que en un principio le había parecido tan sencilla. Se prometió a
sí mismo vivir en el bosque el tiempo que fuese necesario hasta conseguir
escuchar lo que nunca antes había imaginado. Al principio no logró escuchar nada
nuevo, pero, siete días después de haber llegado, se levantó de la roca en la
que había permanecido sentado, bebió agua del arroyo y tomó el camino de
regreso.
“¿Qué has escuchado, futuro rey?” –preguntó Mahel.
“Sabio consejero, he escuchado el sol que calienta los
troncos por la mañana, el deshielo del rocío, mis emociones en la soledad de la
noche, el miedo del cervatillo al merodear el lobo, la alegría del águila en el
primer vuelo de su polluelo, el ímpetu del latir del corazón del ave antes de
salir del huevo, el sigilo de la zorra protegida por la noche”. Relataba con
detalle sus experiencias mientras escudriñaba el rostro del consejero buscando
un signo de aprobación.
“Serás un gran rey -dijo Mahel con una mezcla de ternura y
satisfacción-. El secreto del buen gobernante es ser capaz de escuchar lo que no
se oye: el anhelo de los ciudadanos, lo que necesitan y no saben o no pueden
expresar, lo que está en su corazón y no dicen, lo que les conviene escondido en
el ruido de lo que piden. Ve y cuenta a tu padre que ya lo has entendido.”
Cuento sufí
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