LA FILOSOFIA DE LA “RELACION”
Autor: Dr. Jesús Javier Bastidas Guillén
(E-mail: javierbastidas@hotmail.com)
Para: Martha Cecilia
Nuñez
Aunque el amor es
complejo, la carga emocional implicada que una vez intento o pretendió unir las
partes involucradas, en algún momento puede fenecer… Cuando esto sucede, una de
las partes o las dos al unísono y cada cual según su visión e intereses,
desplegan una pléyade de inquietudes caracterizadas por la duda y el dominio por
alguna de las partes so pretexto de hacer valer una razón hasta ahora oculta o
“manifiesta” que necesita expresarse y por ende, reivindicarse a través de
estrategias y tácticas con el único objetivo de dar entender el control de la
parte o toma total del mismo.
Ya establecido la
diferencia o la pluralidad de lo no afín, para el nuevo proceso que comienza o
se quiere iniciar, éste se define con la autorevisión sentimental, ya que la
relación hasta los momentos, toma como bandera crítica los detalles y juicios
vistos y oídos (pero hasta ahora ignorados), asomando ya la posibilidad final para
las partes en conflicto, de una autoconversión y autoreversión individual que
inexorablemente traerá como beneficio una reingeniería progresiva que quisiera fijar
la solución basada en una evaluación constante enmarcada dentro de una rutina
en juego y que llevará como conclusión final la no concordancia de atracciones,
caracteres y personalidades.
Evidentemente, en
éste último paso, ya el fin más que tácito es irremediable. Se presenta
entonces como primer fenómeno de transición la resistencia al evento… ¿resistir
a qué? Tal vez lo complejo del asunto, apela a niveles cerebrales muy primitivos
que se hacen patentes a través de amenazas, coacciones, coerciones y reproches conductuales. En un segundo plano
se impone la manifestación del poder, poder que ésta siendo cuestionado y
socavado a través del enfoque consciente de una asomada razón por uso práctico
de la realidad que considera opciones accesibles y caminos fáciles que
aliviarían el tránsito hasta ahora planteados por alguna de las partes, pero
ignorados por convención. La cuestión se dificulta cuando una de las partes al
fallo de sus artimañas aprendidas por su pirrea empírea plantea con su conducta
la obsesión a la perdida. La obsesión a la perdida, presenta un concepto mucho
más exagerado y radical, que puede sobrevenir desde la retaliación coercitiva
hasta la más firme intención de posesión total, cosa que excusa y explica los
grandes desmanes y horrores del finiquito pasional.
En un mismo hilo, ya
en una forma menos aguda y exacerbada esta la inconformidad manifiesta, una
especie de pesadumbre con mezcla de enojo propio por la perdida, o más bien, la
derrota por la pérdida irremediable de una posesión.
Siempre es bueno recordar,
que la resistencia o cualquiera de sus formas, siempre la sustentará la
esperanza, para lo cual, se hace necesario la imposición y la idea fija y disonante
del cambio necesario, de lo contrario, esas esperanzas fundadas se pueden
traducir en medios de represión y confiscación cuyo único objetivo es sembrar y
mantener el pánico y el terror ante cualquier actuación…
Ante los diferentes
escenarios del todo primitivos y antisociales, (ya que tienden a la violencia
activa o pasiva) la razón se debe imponer. Los seres cuando intercambian
deseos, experiencias o bienes siempre tendrán una porción de pérdida, aún si se
creen ganadores… Por ello, aprovechando esa porción favorable para transformar
el resto de derrota debiérase utilizar la fracción de derrota en victoria
futura a manera de renovación. Por su parte la restante fracción debería de
dilatarse para transformar las consecuencias derivadas de la situación en campo
extra ganado.
Si bien las
situaciones sentimentales se pueden presentar como confluencia de rencores y
muestras de posesión y autarquía, ante
el tiempo y la imposición razonable y de violencia menguada, cualquiera
estrategia directa o alterna de rescate perece, por la que si perseveramos en
esa actitud al final todos saldremos victoriosos.
Los perjuicios
tienen un importante significado en los
escenarios mencionados, cuando la marca
de uno de ellos aflora de constante, el sentido personal patológico los puede
llevar a extremos cuyos anticipos son fáciles de identificar puesto que el
individuo siempre los pondrá como valor supremo ante su antítesis.
Ante la amenaza y la
ira, indiferencia y serenidad. Ante la duda y el recuerdo, firmeza y
determinación. Ante la resistencia y el enfrentamiento, plasticidad y escasez
de verbo. Ante la violencia y la oposición, valor, perseverancia y firme
convicción. Ante la insistencia y la obsesión, desinterés y realismo y ante el
acto lascivo y la rudeza, ley y justicia.
De la relación inmanente
entre las cosas, cada cosa tiene su negación intrínseca que lucha contra su
opuesto afirmativo hasta neutralizarlo, he ahí el secreto del triunfo en la
lucha…
Finalmente, no hay
culpabilidad de partes, dos partes que comienzan lo hacen por un lazo o punto
en común por mínimo que sea y cuando terminan, lo hacen por lazos o muchos
puntos en conflagración que no pueden tomar acuerdos para llegar a ser
equilibrio. Y si no hay equilibrio no hay desarrollo, y si no hay desarrollo no
hay progreso y el progreso solo se consigue con el acuerdo y la unión…
"ASI FUE..." INTERPRETADA POR ISABEL PANTOJA...
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